AD.- Se equivoca Macarena Olona cuando sostiene que “no es momento de fragmentación en la derecha”. Se equivoca cuando plantea la lucha vital de los españoles como una gran batalla entre la derecha y la izquierda.
La verdadera cuestión de fondo debería ser el cambio de los patrones morales que están siendo implementados en nuestra conciencia colectiva y ante los que ni PP ni Vox ofrecen respuestas eficaces. Si Macarena Olona plantea la cuestión vital de los españoles como una lucha electoral entre partidos que básicamente representan los intereses de quienes quieren una sociedad más esclava, más dócil y manejable y por tanto despojada de todo tipo de moral, entones su posición, basada meramente en cálculos electorales, resultaría coherente. Ahora bien, si Macarena se olvida de la inventada lucha política y pone en el centro de su actividad política, la recuperación de la moral colectiva en base a la fe y a la cultura; si cree imperativo un rearme en lo moral y ético de la sociedad, como única alternativa a su desaparición, entonces no tiene otra salida que dar un paso al frente. Estamos asistiendo a la lucha perenne entre el bien y el mal y ello nos exige ser rebeldes. La rebeldía, en España, es un deber para todo español demócrata y decente. Someterse a la lógica de los partidos de la casta, no solo es injusto e indecente, sino que conlleva también una sucia traición a la nación y al pueblo. Ese combate contra el Mal exige ser independiente, ferozmente independiente, y a criticar por igual a las derechas y a las izquierdas, a todo el que lo merezca. ¿O acaso percibe Macarena Olona diferencias sustanciales entre la posición abortista de Irene Montero y lo que acaba de defender Isabel Díaz Ayuso para las menores embarazadas?
Difícilmente podremos concebir esperanzas de un renacimiento patriótico, que deja de serlo si no es espiritual, bajo la influencia de la llamada derecha española. La mayoría de miembros de Vox que conozco pertenecen a familias desestructuradas y son presas del nihilismo y el relativismo en la misma medida que lo son la mayoría de los dirigentes de la izquierda. Si al final todo se reduce a un intercambio de cromos, a un simple cambio de la titularidad en la enajenación de los bienes públicos, entonces da igual que gobiernen unos u otros.
Hoy nos distraen con pandemias, guerras y un sinfín de desastres y trompetas del apocalipsis. Nos quitan el derecho al estudio y reflexión de la filosofía, del conocimiento de la historia y del conocimiento que nos dota de pensamiento propio. Saben que el mejor camino hacia la esclavitud es despojarnos de conocimientos, de esos mismos conocimientos que las élites conceden a sus hijos en colegios de precio inalcanzables para la sociedad. De ese modo logran distanciar las clases, no en izquierdas y derechas, no, sino en pastores y borregos con la ayuda siempre de algunos perros.
Del mismo modo, nos despojan de la base de nuestra existencia como seres humanos, como sociedad, la moral en base a la fe cristiana en la que se basa la filosofía de vida. Si nos quitan el estudio de la religión, el conocimiento filosófico de lo que somos, de la materia con la que hemos logrado llegar hasta aquí, dejamos de ser seres humanos para convertirnos en verdaderos robot sin alma y sin fe, todo ello con un despistado moral presidiendo en Roma los destinos de la Santa Iglesia Católica y romana, que confunde la actualización de la Iglesia con el abandono de las bases filosóficas y éticas en la que se basa.
Nosotros, ya esclavizados, caemos ya desmoralizados, en la trampa una y otra vez. Aquí estamos, peleando que si izquierdas, que si derechas y no, Macarena. La lucha no va por ese camino, la verdadera lucha es moral, la de siempre, el bien contra el mal. Así de increíble, pero cierto. Nos desalman, nos dejan sin nuestra mejor arma, el alma. Como resultado esta sociedad borreguil que, como en el silencio de los cordero, nos llevan al matadero en completo silencio.
Los medios de comunicación son esos perros que ayudan a conducir al rebaño por el camino del matadero a través de programas indecentes diseñados para destruir neuronas, todo ello al servicio de las élites invisibles y del dinero. Las plataformas digitales son otros de esos perros adiestrados para distraernos y desviar la vista de la biblioteca. ¿Para qué voy a un libro si tengo una serie de ficción o ciencia ficción en la tele mientras engordo tomando cerveza y palomitas? Han llegado a conseguir que nos guste embrutecernos… otra vez el silencio de los corderos.
Qué me importa a mí en estos momentos, tras todos los errores cometidos como humano, que gobierne esta izquierda o esta derecha, verdaderas marionetas manejadas por manos invisibles, diseñadas al milímetro para crear continuos conflictos sociales en vez de solucionarlos. No, no podemos perder más el tiempo en luchas inútiles. No podemos, no debemos permitir que nos sigan robando el alma en nombre del posibilismo electoral. La verdadera lucha radica ahí, en la moral necesaria para combatir la desmoralización social.
Estamos seguros, Macarena, que el destino te ha llevado hasta aquí, no para que actúes de palanganera y que los malos se laven las manos, sino para que te olvides de la inventada lucha política y te centres en la recuperación de la moral colectiva en base a la fe y al patriotismo social. Si en la victoria del PP o del PSOE nos fueran los múltiples intereses que tienen otros, también nosotros te disuadiríamos de liderar un nuevo proyecto político para España. Pero por suerte nuestras pretensiones son mucho más elevadas.
Por todo ello, ni PP ni Vox hablan de batallas espirituales y todo lo reducen a la confrontación ideológica, sobre todo porque hablar de batallas espirituales implica creer y tener fe. Fe en Dios y confianza en sus apóstoles. ¿A cuántos dirigentes de Vox has conocido que juiciosamente puedan ser llamados creyentes?
Esa falta de espiritualidad es la que lleva a sus dirigentes de tu ex partido, por ejemplo, a protestar contra los bancos o los pasos de cebra decorados con los colores arcoiris, mientras aceptan con la mayor naturalidad que hasta cuatro concejales de Vox estén casados con personas del mismo sexo. Hace unos meses, el presidente de Vox en Sevilla ofició de padrino en el enlace ‘matrimonial’ entre dos mujeres miembros del partido verde. Y a juzgar por las imágenes, no parecía nada incómodo en su papel testifical. Es decir, la moral de la autoridad en la que cree Vox le lleva a entablar batalla contra lo accesorio y no contra lo fundamental. Para los de Abascal, lo determinante no es el orden natural como base de la sociedad, sino la acción propagandística traducida en banderas arcoiris en espacios públicos. Si miles de españoles tuvieran la fe necesaria para entablar batalla espiritual de verdad contra las pandemias ideológicas de uno y otro signo, entonces la entera sociedad española aceptaría que la moralidad de un acto no depende solamente de la intención y consentimiento de los que lo realicen; el acto debe también ser conforme a la ley moral.
Lo que se hace pues no es otra cosa que someter la existencia cristiana a la autoridad, la cual mediante normas regula la vida hasta en sus aspectos más íntimos y trata de esta manera de mantener el poder de control sobre los hombres, que es en el fondo a lo que aspiran todos los partidos.
¿Pueden las batallas ideológicas, presentadas como panacea, evitar que los hijos de España crezcan vacíos, sin espiritualidad, sin cultura, sin compromiso patriótico, sin valores trascendentes? No, y por eso son presas fáciles para un sistema depredador y consumista, que ha sustituido la búsqueda del bien común por el utilitarismo en lo económico y la identidad religiosa por una visión hedonista de la existencia humana. .
El problema se agrava en el sector femenino de la población. Las jóvenes españolas ya no sueñan con ser madres de familia: quieren ser youtubers, actrices, modelos, cantantes, tronistas y viven prisioneras de las modas y tendencias que deciden un puñado de modistos. El éxito hoy no se mide en términos de excelencia académica, sino en el número de amigos en Instagram. España es un país laboratorio de la ingeniería social,
Hubo un tiempo en que la fe gobernaba y los pueblos se regían según la ley natural. La libertad política es una idea y no un hecho. Se necesita saber aplicar esta idea cuando es necesario atraer las masas a un partido con el cebo de una idea de libertad. Esa idea de libertad al final se convierte en más cadenas y telarañas mentales.
Macarena, Dios te ha elegido para que rompas esas cadenas y elimines esas telarañas con la voluntad de acero que han demostrado tener en muchos momentos de tu vida.